Con sólo traspasar las puertas de la imponente Estación Central de Malmö construida en 1856, es posible darse cuenta que algo la hace diferente, y no hablo solamente de su magnífica arquitectura.
Ubicado en la primera planta del edificio, este oasis gastronómico es obligatorio para todo aquel que quiera disfrutar del buen comer y de una variedad infinita de sabores.
Recuerdo el largo pasillo que me llevó hasta este rincón oculto en medio de la estación. No sabía que iba a encontrarme al final de aquel recorrido, fue entonces cuando lo vi. Pequeños y maravillosos restaurantes italianos, veganos, hindúes y suecos. Una variedad infinita de sabores nórdicos con mezclas y toques de todo el mundo.
Y la decoración, exquisita. Los que me conocéis, sabéis que llevo muchos años trabajando en el mundo del mobiliario y la decoración, así que no pude dejar pasar por alto cada detalle al mínimo.
Platos, sartenes y ollas en el techo, frases que cuentan historias que huelen muy bien y sobre todo verde, mucho verde repartido por todas partes.
Un oasis gastronómico que gritaba a lo lejos para que lo viera, y sin duda, ha sido uno de los descubrimientos gastronómicos más originales que he conocido en Malmö.